Este post llega con un poco de retraso porque la temporada de guisantes lágrima ya ha terminado. No sucede nada porque podemos usar unos guisantes normales para elaborar esta receta. Surgió en uno de los días de confinamiento en los que mi amigo Manu me trajo a casa unos guisantes lágrima que había pedido por internet a un productor de Navarra. Había preparado ese mismo día un fondo con las pieles y las cabezas de unas gambas alistadas de tamaño muy pequeño y aproveché para acompañarlas con una velouté que hice con ese fondo, con unas angulas de monte secas que tenía por casa y que he utilizado con frecuencia en estos días que nos hemos quedado en casa y blanqueé unas vainas de guisantes que casi por tamaño no se podían sacar.
Una combinación con mucho sabor pero a la vez suave, donde combinan perfectamente el sabor a frutos secos de las setas, la vaina y los guisantes lágrima con ese toque profundo y dulzón y un fondo de gamba para nada recargado y que le aportaba una sutileza y ligereza a este plato.