Para empezar, debemos como primera premisa, elegir una buena calabaza. Un buen truco para saber si esta nos saldrá buena es que pese. Si la cogemos y se nota que es liviana, lo mejor es cambiarla por otra.
Otro factor importante para la la elección es el color de la misma. Cuanto más anaranjada sea mucho mejor. Si presenta un color naranja pero la intensidad no es grande, seguro que su sabor no será tan intenso.
Una vez hemos procedido a la elección, lo que debemos es hornearla. Si bien también la podemos cocinar en el microondas o cocerla, una manera de obtener un sabor intenso es introducirla en el horno partida por la mitad. La temperatura rondará los 175º y el tiempo aproximado será de 1 hora.
Cuando hayamos dejado reposar un rato la calabaza asada (la podemos haber hecho el día anterior) es hora de seleccionar los ingredientes y tenerlos todos preparados para una elaboración más rápida.
Aunque podéis no usarlos, una buena opción es poner frutos secos por encima de la torta cuando vayáis a hornearla. Yo os recomiendo que uséis piñones, nueces o almendras ya que contrastan muy bien con el sabor de la calabaza.
Como siempre os digo, una parte importante de la receta es la mezcla de todos los ingredientes. Como veis se puede realizar con un robot de cocina o bien a mano de la manera tradicional. Siempre saldrá bien si se hace con cautela, paciencia y sobre todo con mucho mimo.
Este es el resultado de la torta. Como observáis en este caso la he puesto en un molde de cocina rectangular, si bien también es factible de usar un molde redondo o uno de plum cake.
Ya se puede disfrutar de la torta. El color amarillento-anaranjado que posee el interior, la hace mucho más atractiva. Si se deja reposar unas 12 horas antes de consumirla, mucho mejor.
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